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Acción sindicalActualidad y NoticiasMedidas de conciliación

La Conselleria de Sanidad penaliza la conciliación. Otro motivo para la fuga de profesionales sanitarios

By 29 de julio de 2022No Comments

Una historia de héroes y villanos


  • Un ejemplo de maltrato laboral que sirve para comprender la «fuga» de profesionales sanitarios.

  • En la sanidad pública valenciana, el tiempo de reducción de jornada de una hora por conciliación supone un problema de salud laboral por aumento de cargas de trabajo y estrés.

  • La Conselleria de Sanidad no reduce el trabajo programado pese a la reducción de jornada, anula el tiempo reglamentario de descanso de media mañana y fuerza la citación de pacientes por lo que se ven obligados a realizar el mismo trabajo en menor tiempo.

  • A esta situación se va a sumar la merma retributiva de una hora, como consecuencia de una sentencia del Tribunal Supremo, por lo que las personas que necesiten esta medida de conciliación acabarán realizando el mismo trabajo con una reducción del salario.

    En valencià a continuación del texto en castellano

Estimad@s amig@s: cuando hablamos de malas condiciones laborales en la sanidad pública valenciana y en concreto en Atención Primaria y a la falta de profesionales sanitarios para atender las demandas de la población, nos referimos a un maltrato laboral crónico, fundamentado, en muchas ocasiones, en una práctica de doble rasero: se aplica la ley de forma estricta cuando les interesa y se ignora cuando no, judicializando cualquier conflicto laboral por nimio que sea, llegando a ser una conducta habitual que debería ser un motivo de reflexión, cuando no de investigación, de la actuación de los responsables de la Conselleria de Sanidad por si se estuvieran cometiendo actos que pudieran revestir el carácter de prevaricación administrativa incompatible con su condición de empleados públicos.

La realidad es que nos encontramos ante un agravio sistemático, incluso por pequeñas cosas, pero que no lo son para la persona que las sufre y le producen indignación y desapego.

Un episodio más lo ha constituido una sentencia reciente del Tribunal Supremo (TS), sobre la falta de soporte legal de la medida de conciliación que recoge el Decreto 42/2019 de regulación de las condiciones de trabajo del personal funcionario de la Administración de la Generalitat, que ha formado parte de la reciente actualidad mediática. Como consecuencia, se va a anular un punto del decreto que permitía una reducción de jornada retribuida de una hora diaria a los trabajadores que cumplieran con el requisito de tener al menos dos hijos de edad inferior a 12 años. Esta era una medida innovadora en el campo de la conciliación, que con toda probabilidad la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública (CSUSP) va a retirar con presteza «por imperativo legal», sin buscar otras soluciones que permitieran seguir por esta línea de conciliación y mejora de las condiciones laborales en un personal cansado y agotado, que trabaja a turnos, incluidos los festivos y los fines de semana, con jornadas prolongadas y con un mínimo obligatorio de 48 horas semanales cuando se realizan guardias. Esta opción sería factible en otro mundo del multiverso, no en este, desgraciadamente.

Estos hechos son paradigmáticos del penoso clima laboral que crea la CSUSP, obstaculizando la conciliación y el cuidado de familiares dependientes a cargo del trabajador a través de una instrucción «ad hoc» de la Dirección General de Recursos Humanos.

Consecuencia de esta actitud habitual: el rechazo general de los profesionales sanitarios a trabajar en la sanidad pública valenciana, principal motivo de los graves problemas asistenciales que sufrimos, no sólo en el ámbito de la atención primaria, sino también en la atención a los pacientes agudos (véase la situación de los servicios de urgencias hospitalarios y el SAMU) y en la atención a los pacientes crónicos o con necesidad de una intervención quirúrgica en atención especializada.

Los profesionales no han desaparecido, no se han volatilizado: se han ido de la sanidad pública valenciana. Ha sido una fuga progresiva pero intensificada en los últimos dos años cuando tras el enorme esfuerzo «personal» realizado durante el periodo más crudo de la pandemia todos pensábamos que nos llegaba el momento del reconocimiento y de las mejoras laborales, hecho que no ha sucedido, sino más bien lo contrario: se pasó de los aplausos que recogían el sentimiento de gratitud de la población hacia el sector sanitario al aumento de las críticas y las agresiones. De las promesas de un futuro mejor de los responsables en la gestión sanitaria valenciana a la vuelta al maltrato sistemático.

Alguien debería recordar que los mismos trabajadores a los que ahora se les niega tomar un café a media mañana no dudaron en trabajar día y noche, sin protección adecuada para la Covid, asumiendo un grave riesgo para su salud, intentando proteger a su familia no acudiendo a su domicilio familiar durante meses, alquilando pisos etc. Algunos no pudieron protegerlos y vivirán sabiendo que fueron el vehículo que contagió a sus padres mayores. ¿De verdad que esto se ha olvidado?

Los que no lo han olvidado son los profesionales sanitarios que lo sufrieron. Por eso, la diferencia respecto a la tolerancia de este maltrato es que ya no somos los mismos, la pandemia nos ha hecho fuertes, ya no predomina la docilidad. Ahora muchos/as han dicho que esto no tiene por qué aguantarse y, existiendo mejores opciones de trabajo abandonan la sanidad pública, incluso profesionales defensores sin fisuras de la sanidad pública la abandonan.

Los profesionales sanitarios no se sienten valorados ni cuidados, al contrario, se sienten tratados como «presuntos delincuentes» y optan por no trabajar en ese ambiente y con esas condiciones. La situación actual se resume en que: hay trabajo de mi profesión fuera de este ambiente tóxico, además me valoran, el salario es mejor…y aunque no lo sea…sólo se vive una vez y mi vida y mi familia me importan.

Los profesionales sanitarios que se quedan son forzados a asumir más trabajo y la CSUSP, lejos de cambiar radicalmente su actitud, sigue levantando el látigo acentuando cada vez más el problema.

Ya tenemos creada la tormenta perfecta para justificar la externalización de servicios que planteará este gobierno y, si no cambia la tendencia, sin duda el próximo, argumentando aquello de que al ciudadano no le importa quién gestione la sanidad, público o privado, sino que se le dé un buen servicio. Afirmación que científicamente ha sido rebatida; sirva como ejemplo el estudio publicado de la Universidad de Oxford este año, que relaciona la privatización sanitaria con el aumento de la mortalidad evitable en Inglaterra.

Actualmente, en este mundo del multiverso conocemos a las personas responsables del nefasto resultado en la gestión de los recursos humanos, capaces de dañar a los trabajadores haciendo que una pequeña ayuda a la conciliación, reducción de una hora de jornada diaria para supuestos muy concretos, se convierta en un motivo de estrés e indignación y este sea, posiblemente, el último empujón para decir: «hasta aquí he llegado».

Al final todo va de héroes y villanos.

Nos basamos en un caso real del Departamento de Salud de Orihuela donde los profesionales sanitarios, dada la cercanía, optan por trasladarse a trabajar al Servicio Murciano de Salud donde las condiciones de trabajo y retributivas son mejores, pero sabemos que la situación es generalizada y hemos querido hacer esta dura denuncia a la gestión de los recursos humanos de la Conselleria de Sanidad en los últimos años, abarcando un periodo mucho más amplio que el de la pandemia que no puede seguir siendo utilizado como justificación de todas las carencias.

Versió en valencià


La Conselleria de Sanitat penalitza la conciliació

Una història d’herois i vilans


  • Un exemple de maltractament laboral que serveix per a comprendre la «fugida» de professionals sanitaris.

  • En la sanitat pública valenciana, el temps de reducció de jornada d’una hora per conciliació suposa un problema de salut laboral per augment de càrregues de treball i estrès.

  • La Conselleria de Sanitat no redueix el treball programat malgrat la reducció de jornada, anul·la el temps reglamentari de descans de mitjana demà i força la citació de pacients pel que es veuen obligats a fer el mateix treball en menor temps.

  • A aquesta situació se sumarà el minvament retributiu d’una hora, a conseqüència d’una sentència del Tribunal Suprem, per la qual cosa les persones que necessiten aquesta mesura de conciliació acabaran fent el mateix treball amb una reducció del salari.

Estimats/ades amics/gues: quan parlem de males condicions laborals en la sanitat pública valenciana i en concret en Atenció Primària i a la falta de professionals sanitaris per a atendre les demandes de la població, ens referim a un maltractament laboral crònic, fonamentat, en moltes ocasions, en una pràctica de doble moral: s’aplica la llei de manera estricta quan els interessa i s’ignora quan no, judicialitzant qualsevol conflicte laboral per nimi que siga, arribant a ser una conducta habitual que hauria de ser un motiu de reflexió, quan no d’investigació, de l’actuació dels responsables de la Conselleria de Sanitat per si s’estigueren cometent actes que pogueren revestir el caràcter de prevaricació administrativa incompatible amb la seua condició d’empleats públics.

La realitat és que ens trobem davant un greuge sistemàtic, fins i tot per xicotetes coses, però que no ho són per a la persona que les pateix i li produeixen indignació i desafecció.

Un episodi més l’ha constituït una sentència recent del Tribunal Suprem (TS), sobre la falta de suport legal de la mesura de conciliació que recull el Decret 42/2019 de regulació de les condicions de treball del personal funcionari de l’Administració de la Generalitat, que ha format part de la recent actualitat mediàtica. Com a conseqüència, s’anul·larà un punt del decret que permetia una reducció de jornada retribuïda d’una hora diària als treballadors que compliren amb el requisit de tindre almenys dos fills d’edat inferior a 12 anys. Aquesta era una mesura innovadora en el camp de la conciliació, que amb tota probabilitat la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública (CSUSP) retirarà amb prestesa «per imperatiu legal», sense buscar altres solucions que permeteren seguir per aquesta línia de conciliació i millora de les condicions laborals en un personal cansat i esgotat, que treballa a torns, inclosos els festius i els caps de setmana, amb jornades prolongades i amb un mínim obligatori de 48 hores setmanals quan es realitzen guàrdies. Aquesta opció seria factible en un altre món del «multivers», no en aquest, desgraciadament.

Aquests fets són paradigmàtics del penós clima laboral que crea la CSUSP, obstaculitzant la conciliació i la cura de familiars dependents a càrrec del treballador a través d’una instrucció «ad hoc» de la Direcció General de Recursos Humans.

Conseqüència d’aquesta actitud habitual: el rebuig general dels professionals sanitaris a treballar en la sanitat pública valenciana, principal motiu dels greus problemes assistencials que patim, no sols en l’àmbit de l’atenció primària, sinó també en l’atenció als pacients aguts (vegeu la situació dels serveis d’urgències hospitalaris i el SAMU) i en l’atenció als pacients crònics o amb necessitat d’una intervenció quirúrgica en atenció especialitzada.

Els professionals no han desaparegut, no s’han volatilitzat: s’han anat de la sanitat pública valenciana. Ha sigut una fugida progressiva però intensificada en els últims dos anys quan després de l’enorme esforç «personal» realitzat durant el període més cru de la pandèmia tots pensàvem que ens arribava el moment del reconeixement i de les millores laborals, fet que no ha succeït, sinó més aviat el contrari: es va passar dels aplaudiments que recollien el sentiment de gratitud de la població cap al sector sanitari a l’augment de les crítiques i les agressions. De les promeses d’un futur millor dels responsables en la gestió sanitària valenciana a la volta al maltractament sistemàtic.

Algú hauria de recordar que els mateixos treballadors als quals ara se’ls nega prendre un cafè a mitjan matí no van dubtar a treballar dia i nit, sense protecció adequada per a la Covid, assumint un greu risc per a la seua salut, intentant protegir la seua família no acudint al seu domicili familiar durant mesos, llogant pisos etc. Alguns no van poder protegir-los i viuran sabent que van ser el vehicle que va contagiar als seus pares majors. De veritat que això s’ha oblidat?

Els que no ho han oblidat són els professionals sanitaris que ho van patir. Per això, la diferència respecte a la tolerància d’aquest maltractament és que ja no som els mateixos, la pandèmia ens ha fet fortes, ja no predomina la docilitat. Ara molts/as han dit que això no té per què aguantar-se i, existint millors opcions de treball abandonen la sanitat pública, fins i tot professionals defensors sense fissures de la sanitat pública l’abandonen.

Els professionals sanitaris no se senten valorats ni cures, al contrari, se senten tractats com a «presumptes delinqüents» i opten per no treballar en aqueix ambient i amb aqueixes condicions. La situació actual es resumeix en què: hi ha treball de la meua professió fora d’aquest ambient tòxic, a més em valoren, el salari és millor…i encara que no ho siga…només es viu una vegada i la meua vida i la meua família m’importen.

Els professionals sanitaris que es queden són forçats a assumir més treball i la CSUSP, lluny de canviar radicalment la seua actitud, continua alçant el fuet accentuant cada vegada més el problema.

Ja tenim creada la tempesta perfecta per a justificar l’externalització de serveis que plantejarà aquest govern i, si no canvia la tendència, sens dubte el pròxim, argumentant allò que al ciutadà no li importa qui gestione la sanitat, públic o privat, sinó que se li done un bon servei. Afirmació que científicament ha sigut rebatuda; servisca com a exemple l’estudi publicat de la Universitat d’Oxford enguany, que relaciona la privatització sanitària amb l’augment de la mortalitat evitable a Anglaterra.

Actualment, en aquest món del «multivers» coneixem a les persones responsables del nefast resultat en la gestió dels recursos humans, capaços de danyar als treballadors fent que una xicoteta ajuda a la conciliació, reducció d’una hora de jornada diària per a supòsits molt concrets, es convertisca en un motiu d’estrès i indignació i aquest siga, possiblement, l’última espenta per a dir: «fins ací he arribat».

Al final tot va d’herois i vilans.

Ens basem en un cas real del Departament de Salut d’Oriola on els professionals sanitaris, donada la proximitat, opten per traslladar-se a treballar al Servei Murcià de Salut on les condicions de treball i retributives són millors, però sabem que la situació és generalitzada i hem volgut fer aquesta dura denúncia a la gestió dels recursos humans de la Conselleria de Sanitat en els últims anys, abastant un període molt més ampli que el de la pandèmia que no pot continuar sent utilitzat com a justificació de totes les mancances.


Cuando otros desisten, SIMAP insiste